Paula

Hay rostros que parecen sacados de un recuerdo ajeno, de una escena que uno no vivió pero que reconoce al verla. Paula tiene ese algo indefinible, un parecido extraordinario con una actriz que no nombraremos, pero que asoma en el perfil, en la boca, en la expresión detenida de los ojos. Sin embargo, lo que realmente conmueve no es el parecido, sino lo propio: esa inocencia limpia en la mirada, esa calma con la que habita cada rincón del parque de Oromana.

No hay urgencia en sus gestos, ni artificio. Paula se deja fotografiar sin pretensión, como quien entiende que la belleza no se busca, se deja ver. Es simpática sin querer serlo, y transmite una tranquilidad que envuelve el entorno, como si el rumor del viento entre los árboles pasara también por ella. A veces, basta con su mirada para que todo se detenga un segundo. Y ese segundo, queda. Como queda ella, sin necesidad de nada más.

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