Daniela

En el corazón de Sevilla, entre los ecos majestuosos de la Plaza de España y la sombra amable del parque de María Luisa, Daniela se mueve con una dulzura que no se impone, pero que deja huella. Hay algo en ella —en su forma de mirar, de detenerse, de sonreír— que convierte lo cotidiano en algo más bello. Aquel día, el sol parecía seguirla sin prisas, y hasta una mariposa monarca, como si supiera lo que ocurría, decidió posarse sobre su cabeza, regalando a la escena un instante casi mágico. Daniela no se sorprendió demasiado: simplemente se quedó quieta, como si entendiera que a veces las cosas más bonitas llegan cuando uno no las llama. En las fotos hay luz, sí, pero también una delicadeza que no se explica, que simplemente ocurre. A ratos parece que posa, a ratos parece que sueña. Y en todos, es ella: sencilla, luminosa, inolvidable.

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